Tres años después de agarrarme a ese clavo sigo aquí, a ratos descalza, a ratos calzada, siempre minimalista y libre de lesiones. O casi.
Lesiones y minimalismo
Durante este tiempo corriendo minimalista no he tenido ninguna lesión importante que me haya hecho replantearme el camino emprendido, pero mentiría si dijera que no me he lesionado. La mayoría de las veces el motivo ha sido el deseo de saltarme etapas, de querer correr más y más deprisa cuando mi cuerpo no estaba preparado para ello. Otras lesiones han tenido que ver con mi historial previo; los cartílagos de mis rodillas ya no pueden arreglarse después de toda una vida haciendo las cosas mal, mi estructura ósea y muscular es débil después de una vida comiendo gluten… Todas lesiones lógicas pero al fin y al cabo lesiones.
Desde que corro barefoot son muchas las cosas que han cambiado en mi relación con “las cosas del correr”. Lo más obvio es la simplificación de la infraestructura mínima que necesito, que antes consistía en, además de mis zapatillones super-amortiguados, pantorrilleras de compresión, medias de reposo y cintas para las rodillas. Y lo menos visual pero quizás más importante ha sido un cambio en mi manera de percibir, pensar y en definitiva vivir que creo que va más allá de cuánto y cómo corro.